El Alma del Negocio: Más allá de los números
¿Qué tanto sabemos realmente de negocios? A menudo observo a personas emprender con entusiasmo, apoyadas por incubadoras que, lamentablemente, se quedan en la superficie sin profundizar en lo que realmente importa. Por otro lado, reconozco que no es necesario ser un erudito teórico; personalmente, prefiero la autenticidad sobre la arrogancia de los «sabelotodos».
He aprendido que cada negocio tiene su propia personalidad. No voy a entrar en el debate de si la identidad de tu empresa está alineada con tus sueños, pero sí quiero compartirte una serie de conceptos que las grandes organizaciones utilizan y que pueden transformar tu camino. A veces, las grandes corporaciones fallan en el seguimiento, acumulando certificaciones que solo viven en el papel, sin llegar jamás a la operación real.
Mi enfoque nace de la práctica, no solo de la teoría. Emprender parece sencillo: defines un producto, le pones un precio —usualmente mirando a la competencia— y decides si quieres cobrar menos para ganar clientes o cobrar más ofreciendo un diferencial. Pero el verdadero reto surge cuando decides crecer.
El valor de las personas y la estructura
Si buscas crecimiento, necesitas manos. Necesitas colaboradores. Independientemente de lo que vendas, tu empresa tiene dos motores: el administrativo y el productivo. La clave está en identificar qué actividad te consume más tiempo pero te aporta menos valor.
Recuerdo mis inicios; un amigo me ayudaba en la parte productiva instalando cámaras y gestionando inventarios con mi metodología. Mi mayor miedo era no tener suficiente para pagarle. Ese miedo es real, y por eso mi recomendación es buscar apoyo administrativo pronto. Alguien que se encargue de cotizar, facturar y cobrar te libera para liderar.
Sin embargo, contratar no es suficiente. Debes enseñar el cómo y el porqué. Aquí entran dos herramientas vitales:
- OKR: El número clave, el destino que tu empresa necesita alcanzar.
- KPI: El indicador de cuánto terreno hemos avanzado hacia ese destino.
La Misión como Mantra
Muchas empresas grandes capacitan constantemente e insisten en su Misión y Visión. Si estos conceptos no se convierten en un «mantra» diario para tu equipo, no sirven de nada. Aunque algunos colaboradores no le encuentren sentido inicialmente, la repetición y la práctica diaria dejan una huella; algo de ese propósito termina por aportar valor a su trabajo.
La claridad evita el caos
¿Has intentado llenar un formulario de gobierno? Siempre vienen con un manual. Si no sabes qué poner en un campo, consultas la guía. En tu empresa debe pasar lo mismo.
Incluso algo tan «obvio» como llenar una factura requiere un manual de instrucciones. Cada negocio es un mundo; lo que es obvio para ti, no lo es para el nuevo integrante. El problema no es solo que «la gente no lee», sino que a veces no les damos qué leer. Nadie puede seguir instrucciones que no conoce.
Para esto, no necesitas perfección, necesitas comienzos. Empieza con una lista de tareas (checklist), un manual de puesto y un reglamento básico. No te abrumes buscando el documento perfecto; este evolucionará con el tiempo. Esta estructura no es solo burocracia, es la defensa de tu empresa ante futuras normativas legales o gubernamentales.
Construyendo el equipo adecuado
Esta es una labor titánica que requiere el apoyo de profesionales: abogados, expertos en temas como seguridad laboral salud mental, etc., pero sobre todo, requiere de las personas adecuadas.
No busques conflictos; busca colaboradores. Es difícil, pero nada que valga la pena es fácil. Busca gente que no ponga pretextos. Sí, las personas que leen y se informan pueden ser más críticas y cuestionar más, pero también son quienes mejor entenderán tu visión. Como bien dice Verne Harnish: no busques a tu equipo donde lo busca tu competencia. Tu convocatoria debe ser tan diferente como lo es tu propósito.
En conclusión: Define tus metas (OKR), cuida tus métricas (KPI) y comienza hoy mismo a documentar tus procesos. Los manuales y reglamentos no son cadenas, son los cimientos que permitirán que tu negocio se mantenga de pie mientras tú alcanzas el siguiente nivel.


